¿Alguna vez se pusieron a pensar que pasa cuando viajamos en avión?
Nos sientas, nos atan, nos dan de comer, nos pasan una película, apagan las luces y nos hacen dormir. Nos tratan como bebes. ¿Y porque hacen eso? Porque somos cientos de personas, dentro de un tubo de aluminio, volando a diez mil metros de altura. Todos ponemos nuestra vida en manos de un hombre: El piloto, y de una mujer: La ciencia. Somos bebes que dependemos de "adultos" que nos protejan.
Nada podemos hacer durante el vuelvo. Dependemos de ellos, y de lo que hagan para distraernos. Nos venden perfumes, nos pasan películas o nos cantan canciones de cuna.
Es una cuestión de roles. A cada uno le toca lo suyo. El bebe llora y el adulto debe ocuparse de él. El bebé debe ser bebé y el adulto, adulto.
Pero nosotros, en general, no somos bebes, ni estamos en un avión a diez mil metros de altura. No dependemos de nadie para que nos alimente, nos cuide, nos cante canciones de cuna.
Podemos elegir ser unos bebés asustados, y seguir llorando, o ser adultos responsables.
Todos podemos ser pilotos de nuestra propia vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario